Jose Carlos Martín Puig |
El sociólogo Jose Carlos Martín Puig nos envía un artículo de opinión sobre "las otras castas instaladas en las entrañas del poder, de la CASTA DE FUNCIONARIOS que antes de la crisis veían sus sueldos subir con el IPC, de esos ALTOS FUNCIONARIOS que cobraban mil y un complementos, tenían mil y un privilegios vacacionales, que no dependen de su productividad para seguir en sus puestos (como sus majestades los Reyes). Esas CASTAS que están bien metidas en las entrañas mismas de las instituciones, unas instituciones que creíamos dirigen sólo los políticos pero que, en no pocos casos, otros son los que acataban el DESAHUCIAR, ABANDONAR A SU SUERTE, NEGAR AYUDAS; FIRMAR INFORMES, INTERPRETAR LEYES, APORREAR A CIUDADANOS y un largo etcétera más de abusos CONTRA LOS DE ABAJO"
TeldeLibre ofrece la opinión del sociólogo, Jose Carlos Martín Puig.
Y ahora . . . a por las otras castas
Jose Carlos Martín Puig
Que existía y existe una casta económica que colocó, mantuvo y mantiene a una serie de cargos públicos al frente de instituciones de todo tipo para que sus privilegios y statu quo se mantenga es algo que ahora resulta evidente a ojos de la mayoría. Y digo que es ahora cuando todo el mundo asiente y no hace unos años, porque cuando los indignados no eran tantos y los sumisos calladitos eran mayoría, esto se soportaba y punto. A las Ada Colau se les aporreaba, las Manuelas eran sólo rojas pasadas de punto, las Mareas eran Jippys filoetarras bolivarianos y los Pablo Iglesias profes universitarios que veían "a los de abajo" desde sus atalayas complutenses y eso les bastaba. Que la indignación hace extraños compañeros de viaje, claro que sí. Que los tiempos son otros y las derechas se pusieron más brutas, chulas y corruptas que antes, pues claro. Pero antes de que los PODEMOS, GANEMOS, SALVEMOS y demás ANATEMOS decidieran liarse la manta a la cabeza, ya habíamos muchos que habíamos probado la medicina del poder de los de arriba, las chulerías de las derechas, los desprecios de algunas izquierdas. Por eso cuando, en Mayo, el mes de las vírgenes, apareció este movimiento ·virgen", muchos quisimos ver una luz al final del túnel de tanto infierno de silencios amordazados y lo recibimos con emoción, alegría y complicidad.
No les oculto que me alegro de que todo esto haya pasado, que me alegra ver a la derecha económica temblar y a su brazo politico-militar salir muy tocados de sus urnas. No voy a negar que siento una cierta REconciliación con esa juventud que llevaba más que ausente décadas y que hasta hace muy poco sólo entendía de "biberones de levadura", "marcha" y diversión.
Ahora quiero asistir, sólo como espectador, a cómo lidian todos estos emergentes de emergencia a las otras castas que también estaban instaladas en las entrañas del poder; esas otras castas que a cambio de diezmos, dádivas, pluses, extras y puestos también contribuyeron a que "los de abajo" estuvieran aplastados, ninguneados, amargados, desatendidos y un largo etcétera. Hablo de la CASTA DE FUNCIONARIOS que antes de la crisis veían sus sueldos subir con el IPC, de esos ALTOS FUNCIONARIOS que cobraban mil y un complementos, tenían mil y un privilegios vacacionales, que no dependen de su productividad para seguir en sus puestos (como sus majestades los Reyes). Esas CASTAS que están bien metidas en las entrañas mismas de las instituciones, unas instituciones que creíamos dirigen sólo los políticos pero que, en no pocos casos, otros son los que acataban el DESAHUCIAR, ABANDONAR A SU SUERTE, NEGAR AYUDAS; FIRMAR INFORMES, INTERPRETAR LEYES, APORREAR A CIUDADANOS y un largo etcétera más de abusos CONTRA LOS DE ABAJO.
Lidiando con esos quiero ver a los CASTOS porque cortando huevos es como se aprende a capar y capar capar no sólo a LA CASTA ECONÓMICA Y POLÍTICA había y hay que capar en ESPAÑA y CANARIAS. Ahora empezarán a entender cómo algunas cosas no dependían sólo con ser de izquierdas, cómo muchas cargos políticos honestos se topaban con un muro enorme que no se llamaba IBEX 35 ni poderes ocultos, sino contra verdaderos "capataces" entrenados y vividores profesionales incapaces o negados a convertirse en "objetores de conciencia" de tantos atropellos. Y no hablo de los que ocupaban la base de la pirámide, ni desde luego los que "obedecían" para mantener el pan de sus hijos, sino de aquellos que siempre estuvieron más pendientes de "el que hay de lo mio" y no en su rol de servidores públicos.
Andando veremos.
(*) Jose Carlos Martín Puig es sociólogo.
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